Las dietas no son permanentes, por ello, lo importante es tener la clave para que el cambio perdure y no recuperemos el peso perdido. Una vez acabado nuestro plan de adelgazamiento, no debemos volver a los malos hábitos, sino introducir puntos claves de la dieta en nuestro día a día.
No debemos volver a comer demasiados hidratos de carbono, ni grasas en exceso, tenemos que incluir vegetales y frutas en nuestras comidas, ya que son los alimentos más recomendados para una dieta equilibrada y sana. No hay que prohibirse radicalmente determinados alimentos: que hayamos alcanzado el peso adecuado, no significa que no volvamos a probar, por ejemplo, el chocolate. Se puede ingerir, pero con moderación.
Si comenzamos a ganar unos kilos de más sin saber por qué, podemos utilizar un truco que consiste en tener anotado durante un periodo de tiempo lo que comemos: a la hora del desayuno, entre horas… por muy poco que sea lo apuntaremos, porque muchas veces es ese «picar» entre horas es la causa del aumento de peso. Así vigilamos lo que comemos en todo momento y vemos dónde estamos fallando.
Otra manera de ser consciente de lo que ingerimos es hacerlo siempre en la mesa, nada de estar delante del frigorífico tomando lo que apetezca. Además, el hecho de tener que levantarnos a la nevera cada vez que queramos comer, hará que aún nos demos más cuenta de lo que estamos comiendo.
También el agua puede ayudar a mantener la línea, pues cuando tengamos hambre podemos beber un vaso y la sensación disminuirá. Si tomamos constantemente agua, además de depurarnos también conseguimos «engañar» y controlar nuestro apetito.